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En familia

Vilma

La muerte de una heroína 

Por Ronal Suárez Ramos 

Cuentan los relatos de la lucha guerrillera contra la dictadura batistiana, que Raúl Castro quedó flechado al conocer a Vilma Espín, durante una visita que esta hiciera a la Sierra Maestra, cuando todavía el naciente  Ejército Rebelde pasaba por difíciles momentos. Ambos tenían ya sus propias historias de combates contra la tiranía: ella en la clandestinidad, él en el asalto al cuartel Moncada, el presidio, la expedición del Granma y los primeros enfrentamientos a fuerzas infinitamente superiores. Pero no es de extrañarse que el hoy Segundo Secretario del Partido y Ministro de las Fuerzas Armadas quedara cautivado por aquella mujer, que tenía el don de inspirar confianza, tanto como respeto, y cuyo rasgo principal era la dulzura. A sus méritos en la lucha que culminó el primero de enero de 1959 con el comienzo de una nueva etapa en la historia de Cuba, se unieron sus dotes de organizadora. Así se le vio ganar a las mujeres para batallar por lograr su emancipación; y fue pilar del cambio ocurrido en tal sentido  durante estas casi cinco décadas. Hizo mucho por la protección de la niñez y de la familia, y constituyó  fuente de inspiración para distintas generaciones de integrantes de la Federación de Mujeres Cubanas. Su fidelidad a Fidel y a la Revolución no tenía límites.Esa es la heroína a la que el pueblo cubano rinde homenaje. Tan solo en la provincia de Pinar del Río, 38 lugares habilitados con su foto, recibieron durante todo el día de hoy a decenas de miles de personas, deseosas de darle el último adiós.Pero más que despedida, el tributo es de perpetuidad, porque  Vilma deja una obra que la inmortaliza.

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