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En familia

La vida no sigue igual, pero sigue.

 

Por Ronal Suárez Ramos

 

 No se puede decir que la vida sigue igual, pues hay alrededor de 100 000 familias que perdieron sus viviendas o parte de ellas. Los cultivos fueron arrasados desde el Sur hasta el Norte de la provincia, en un tramo de  más de 100 kilómetros de Este a Oeste…

 Pero a cinco días del desastre ocasionado por Gustav, la gente se ha ido acomodando a la circunstancia. Nadie se quedó sin comer o sin un espacio techado para dormir.

Las autoridades del país y de la provincia  puestas en función de atenuar las consecuencias, y la solidaridad entre vecinos, han logrado lo que no pudo hacer en Nueva Orleáns todo el poderío económico de los Estados Unidos, cundo el Katrina asoló esa región.

 La primera victoria se obtuvo al reducir a cero las pérdidas humanas, frente a un huracán categoría cuatro que demolió pueblos enteros.

 Sin embargo, no hubo caos, las personas aún anonadadas por la magnitud del fenómeno, mostraron en todo momento confianza en que superarán  la situación.

  Muchos se incorporaron al trabajo aún con sus hogares dañados. La rapidez con que comenzó a llegar la ayuda en materiales de construcción para reparar los techos, la presencia de varios representantes del gobierno central  y de la máxima dirección política de la provincia en los barrios afectados, levantó los ánimos

  Hasta un espectáculo artístico con figuras de primer nivel ha recorrido los lugares devastados y ayudado a relajar con buen arte la tensión de estos días.

 Hoy la capital de Pinar del Río respira normalidad, aún cuando todavía no ha terminado la evacuación de escombros y árboles destrozados, que los propios ciudadanos, organizados en los Comités de Defensa de la Revolución, se encargaron de apilar para despejar las calles, a pocas horas del paso del meteoro.

 Ha sido un duro golpe, sin duda. Las pérdidas son multimillonarias y obligarán a invertir cuantiosos recursos que pudieron dedicarse a la creación de nuevos bienes.

 Pero prevalece un espíritu de optimismo. Así he podido apreciarlo en poblados como Paso Real de San Diego, donde se registraron vientos de 345 kilómetros por hora. O en Las Pozas, que de 1 050 viviendas solo le quedaron 22 intactas.

 Ya se anuncia el inicio del curso escolar el próximo lunes. La electricidad llega a más del 60 por ciento de los hogares y cerca de 1 000 linieros trabajan de sol a sol por reponer los tendidos destrozados.

La ayuda solidaria llega desde todas las provincias y levanta los ánimos. También un refuerzo de la alimentación asegura que no habrá hambruna. La vida no sigue igual, pero sigue.

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